Harry entró a la biblioteca y buscó un lugar tranquilo para poder revisar aquello más despacio. Releyó los comentarios con una sensación extraña. No entendía cómo es que aquella escritura le resultaba perfectamente legible. Hasta ahora reparaba en que estaban escritos con símbolos que nunca había visto.
Nancy les había enseñado cómo, tocando el nombre del autor de un comentario con la punta de la varita y pronunciando “aperte locus” se podía visitar el blog de quien había puesto el comentario.
¿Tendría que entrar en el blog de aquel ser extraño que le había puesto comentarios en Pársel? ¿Qué buscaría allí? ¿Era simple curiosidad?
La punta de su varita se acercó al pergamino hasta tocarlo transformándolo inmediatamente. Su fondo se tiñó de negro y se llenó de aquellos símbolos que antes había visto en los comentarios. Parecía haber sido escrito con tinta roja – en realidad parecía haber sido escrito con sangre. Sus contenidos estaban en español, Harry había aprendido a distinguir una escritura de la otra, y todo giraba en torno a la propia excelencia del autor, su inmenso poder y cómo pronto todos estarían bajo su dominio.
No le costó trabajo comprender que aquel no podía ser otro que el blog de Voldemort.
Los comentarios de los “visitantes” eran alabanzas a la magnificencia del dueño del blog. A Harry se le revolvió el estómago al ver el servilismo que reflejaban.
Era frecuente que los magos y brujas usaran pseudónimos cuando escribían comentarios en los blogs de otros, pero no le costó reconocer entre aquellos a algunos que él sospechaba ya que eran mortífagos.
Todo aquello estaba lleno de información que sería de mucho interés para la Orden del Fénix. Harry no podía explicarse cómo Voldemort había cometido el error de llevarlo él mismo hacia su blog. Si el innombrable quería tener una bitácora, lo mejor era protegerla con hechizos y maldiciones para que nadie más pudiera verla. No cabía duda de que podría haberlo hecho así.
Uno de los posts le llamó la atención especialmente. Se titulaba “¿Quiénes son mis seguidores?” y hablaba de la fidelidad que le debían hasta la muerte y de los terribles tormentos que les esperaban si se atrevían siquiera a retar su autoridad. Los castigos para los traidores serían horrendos.
En un alarde de autoridad y control, el escrito finalizaba con una orden: “mis verdaderos seguidores manifestarán su lealtad a mi en comentarios a este post para que yo sepa quiénes están a mi servicio”. Aquello era información vital. Una larga lista de comentarios al estilo de “aquí estoy mi señor” o “mi vida está a tu servicio” seguían a los nombres que Harry pudo ir repasando.
Con cada comentario confirmaba sospechas previas o se sorprendía al descubrir que algún mago que conocía era en realidad un mortífago que había pasado oculto.
De repente no pudo seguir, aquel nombre que veía allí no podía ser. Podría haber esperado que tantas personas siguieran a Voldemort atraídas por sus engaños y amenazas, pero no aquella que veía en el comentario sobre el que tenía fija la vista simplemente no. Un fuerte peso cayó sobre su corazón. Miró y volvió a ver. No había duda. Aquella mortífaga era… Nancy Arroyave.
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Y jajajajayo. Esta última parte me encanta. Nancy Arroyave era una mortífaga... y Potter era el único que lo sabía, jajaja
ResponderBorrarMe encanta ir leyendo capítulo por capítulo.
Saludos y feliz finde...
Nancy, ahora eres una mortífaga!!! :o)) Como dirían por ahí: ñaca, ñaca!! ;)
ResponderBorrarMas .... mas por favor. Se esta poniendo mas interesante.
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